El cartógrafo se ha ido: In memoriam Jesús Martín Barbero (1937-2021) - Facultad de Comunicación y Lenguaje

El cartógrafo se ha ido: In memoriam Jesús Martín Barbero (1937-2021)
Nuestra moderna soledad será un libro que no leeremos. Ya solo nos quedará la posibilidad de prefigurarlo, de inventarlo conjuntamente, o, simplemente dejarlo como el libro sobre Colombia que Jesús Martín-Barbero nos habría legado. En su lugar, tendremos que releer las lucidas entrevistas, sus conferencias potentes y cada vez mas rebeldes en las que invitó a pensar con la propia cabeza para “contar y así nos tengan en cuenta a la hora de hacer cuentas”; sus ensayos -genero preferido y jamás reducido al artículo academicista- y sus libros, llenos de vínculos entre las más intrincadas rutas de los debates intelectuales y la cercanía a la vida: a lo cotidiano.
Antes de irse nos devolvió su tesis: La palabra y la acción, por una dialéctica de la liberación que constituye una pieza clave en el mapa de las ideas martinbarberianas; ya nos había marcado pistas esenciales al develar los tejidos del melodrama en el que nos reflejamos como latinoamericanos, enseñándole a los intelectuales a ver telenovelas y a los demás a comprender que ahí hay más tramas de sentido de lo que podría creerse. O al entablar el puente entre lo que Europa no comprendía sobre pueblo y masa pensado desde el sur, y lo que América latina podía comprender en sus modos de ser y de mediar la vida, base profunda de su libro: De los medios a las mediaciones.
Faltará también en la biblioteca ausente: El oscuro espesor del intercambio: figuras de la sensibilidad y cambio del sentido, libro en el que se ocuparía del sensorium de los jóvenes, las corporalidades, sus estéticas, los gestos que develan y se confrontan con el poder. Figurando lo que estamos viendo. Pero no estará en nuestras manos ese libro.
Lo que si sabemos es que en ese como en cualquier otro que escribió o hubiera escrito no dejaría de hacer lo que hizo: develar el poder, la hegemonía y el discurso; recuperar la palabra. Saber lo que en el colonizado juega a favor del colonizador. Captar en lo emergente las preguntas de lo contemporáneo en la que nada se escapa a la necesidad y posibilidad de ser abordado: conmoverse hasta el escalofrío epistemológico con las lágrimas de espectadores en una sala de cine en Cali viendo la ley del monte, que develaban la incapacidad de los intelectuales para comprender otros modos de pensar; interpretar en el comentario de un tesista cómo la cultura alfabética escolar disminuía la riqueza del lenguaje en lugar de aumentarla; escuchar la oralidad que vive en la escritura hecha en las redes digitales. Interpelar a los lectores para invitarlos a una mirada esperanzadora y posible a través de hallar maneras de cambiar, de ver lo que está cambiando y de atender a lo que persiste como fuerza liberadora.
Seguramente, el cartógrafo dejaría señas de su propia trayectoria como viajero en una irisada geografía: Bogotá, Cali, su natal Avila, Madrid, Lovaina, Buenos Aires, Guadalajara, pero sobre todo la América latina que recorrió desde los años 70 de lugar en lugar en diálogos con investigadores, creadores, lideres, educadores y jóvenes. Y a la vez continuaría dotándonos de unos mapas nocturnos en los que, nos señalaría pequeños accidentes geográficos hechos de autores apenas leídos por el gran público; de relecturas abismales de sus propios mojones: Walter Benjamin, Michel de Certeau, Paul Ricoeur y de incorporaciones de las voces de sus interlocutores habituales: Nestor García Canclini, Rosanna Reguillo, Maria Teresa Uribe, German Rey, Margarita Garrido, entre muchos otros.
Mantendría otras señas aún más profundas, el lenguaje propio construido para comprender la comunicación de una forma diferente: “des-tiempos”, “re-territorializar”, “cartografiar”, pero sobre todo “pensar desde” y en particular “pensar desde la comunicación”. Y también “ver con los otros”, “poner este roto país a comunicar”, todos ellos rasgos del profundo pensar en relación y con los otros; “leer tramas”, “construir claves”, “trazar agendas”. Todas estas expresiones que deben ponerse del lado del léxico y el modo de pensar que exigirá que en el futuro incluyamos en el diccionario el adjetivo: martinbarberiano.
Al lado, también como pistas, las consignas, que, como slogan, marcaron esa otra forma de entender la comunicación: salir de los dualismos, pasar de la comunicación a la cultura, perder el objeto para ganar el proceso, pasar de los medios a las mediaciones, meterle país al aula de clase, superar el mal de ojo de los intelectuales.
Ahora, sin nuevas oleadas de sus ideas, a su partida, vendrá un Martin-Barbero imaginado, hecho de las lecturas de los próximos semestres en clases alrededor del mundo en las carreras más diversas, de las citas académica y de las recuperaciones y reinterpretaciones de su obra. Cada uno tendrá su propia memoria de Jesús. La mía estará atravesada por su pregunta permanente por la salud de mi hijo menor, por el intercambio de anécdotas de nuestras vidas como profesores, del acceso a su biblioteca donde los collages hechos de recortes, memorias y juegos de signos en el papel y el computador amenizaban un té y el análisis de la coyuntura desde la ventana que nos llevaba del atardecer a las altas horas de la noche. De la ilusión en la conversa telefónica de encontrarnos otra vez.
Para la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontifica Universidad Javeriana es haber perdido parte de su raíz intelectual y la ratificación de la necesidad de preservar el pensamiento del cartógrafo. Es el eco del seminario de profesores, las sonoridades de sus conferencias en la Cátedra Unesco, sus clases en la maestría de comunicación y su presencia afable y cariñosa en las reuniones, comités o sesiones de seminario a las que se le convocaba y en las que ponía siempre una mirada abarcadora, lúcida y crítica. Su marca en las ideas que han dado forma a proyectos de investigación, a transformaciones curriculares o programas de formación y a muchas generaciones de egresados.
Pero lo que habremos perdido todos será su generosa conversación y escucha; la capacidad de llevar la pregunta aparentemente banal a ser la base para dilucidar sentidos presentes, enseñar a ver lo que está frente a los ojos. Sus clases lúcidas tejidas en la bibliografía en la que se anudaban las cosas que pasan, con las voces de una cartilla marginal, de una canción, de un texto periodístico, de una película; en diálogo con los autores que mostraban rastros que podrían indicar otra entrada, un esguince, alguna inflexión y tal vez alguna salida.
Se ha ido el cartógrafo que en sus últimos años indicó con lucidez que lo que realmente había estallado en estos tiempos de mutación era la idea misma de comunicación, y que también había demasiado ruido y así es cada vez más difícil escuchar y entrever adonde ir. Los mapas siempre quedarán inconclusos.
Eduardo Gutiérrez
Profesor adscrito al Departamento de Comunicación de la Facultad de Comunicación y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana
Te invitamos a leer el artículo que escribió el profesor Juan Carlos Valencia para la Revista Signo y Pensamiento en 2011 relacionado con el legado de Jesús aquí.